Apatía de los votantes
Desde hace varios años existe una preocupación por el estado de la democracia, quizá especialmente en las democracias más consolidadas. Gran parte de esto tiene que ver con el descenso de los niveles de participación ciudadana en las elecciones, lo que parece indicar una falta de interés y participación de los ciudadanos. La baja participación de los votantes pone en duda la legitimidad de los llamados gobiernos elegidos democráticamente, que en algunos países son elegidos en realidad por una minoría del número total de votantes.
Aunque el hecho de que la gente se niegue cada vez más a votar en las elecciones es sin duda un problema, hay algunos estudios que demuestran que la participación puede aumentar de hecho en diversas formas, como grupos de presión, iniciativas cívicas, órganos consultivos, etc. Estas formas de participación son tan importantes para el funcionamiento efectivo de la democracia como la participación en las elecciones, si no más.
Regla de la mayoría
Hay dos problemas más relacionados con la noción de democracia representativa, y tienen que ver con los intereses de las minorías. El primer problema es que los intereses de las minorías a menudo no están representados a través del sistema electoral: esto puede suceder si su número es demasiado pequeño para alcanzar el nivel mínimo requerido para cualquier representación. El segundo problema es que, aunque su número esté representado en la legislatura, tendrán una minoría de representantes y, por tanto, no podrán reunir el número de votos necesario para derrotar a los representantes de la mayoría. Por estas razones, la democracia suele denominarse «gobierno de la mayoría».
El gobierno de la mayoría, si no está respaldado por la garantía de los derechos humanos para todos, puede llevar a decisiones perjudiciales para las minorías, y el hecho de que estas decisiones sean la «voluntad del pueblo» no es excusa. Los intereses fundamentales de las minorías, así como los de la mayoría, deben ser protegidos en cualquier sistema democrático mediante el respeto de los principios de los derechos humanos, respaldados por un mecanismo jurídico eficaz, sea cual sea la voluntad de la mayoría.
El auge del nacionalismo
Un problema relacionado es la preocupante tendencia en Europa a apoyar a los partidos de extrema derecha. Estos partidos han jugado a menudo con los sentimientos nacionalistas y han atacado a los miembros «no autóctonos» de la población, especialmente a los solicitantes de asilo, los refugiados y los miembros de las minorías religiosas, utilizando a veces la violencia. Como defensa, estos partidos suelen apelar a su apoyo entre la población y al principio democrático de que representan las opiniones de un gran número de personas. Sin embargo, si un partido aboga por la violencia en cualquiera de sus formas y no respeta los derechos humanos de todos los miembros de la población, tiene poco derecho a apelar a los principios democráticos.
Dependiendo de la escala del problema y del contexto cultural particular, puede ser necesario limitar el derecho a la libertad de expresión de ciertos grupos, a pesar de la importancia de este derecho para el proceso democrático. Por ejemplo, la mayoría de los países tienen leyes contra la incitación al odio racial. El Tribunal Europeo considera que se trata de una restricción permisible de la libertad de expresión justificada por la necesidad de proteger los derechos de otros miembros de la sociedad o el propio tejido social.